En las redes sociales, una pasajera sintetizó la sensación de muchas personas se mueven a diario bajo la tierra: «El subte de la Ciudad de Buenos Aires no tiene usuarios, tiene víctimas». Por un rato, a la odisea de viajar en la línea D -con demoras y frecuencias por momentos eternas- se trasladó a la línea B.
Ayer por la tarde, decenas de personas protagonizaron una evacuación por las vías cuando una formación se detuvo entre las estaciones Malabia y Angel Gallardo. A las 17.45, el subte quedó parado y se dio intervención al servicio técnico. Para las 18.20 se tomó la decisión de suspender el servicio, debido a que no fue posible mover el tren. A las 18.40 se inició la evacuación, que finalizó a las 19.23.
Todo este proceso de casi dos horas fue compartido en redes sociales. Además el SAME, los bomberos y los organismos de emergencias de la Ciudad montaron un dispositivo impresionante de móviles en las inmediaciones de la estación Malabia, en Villa Crespo.
Como siempre que ocurren estos hechos, las problemas y las deficiencias del servicio quedan en evidencia. En cuanto al hecho puntual, la empresa que gestiona el servicio de subterráneos porteños informó que se trató «una falla eléctrica de difícil detección. A modo de protección, para la seguridad de los usuarios, el sistema del tren aplica automáticamente una emergencia general que lo detiene», explicaron desde Emova.
«Hay que entender que la línea B tiene una complejidad muy importante que es el tercer riel, la alimentación de electricidad, situada a un lado de las vías. No hay manera de iniciar una evacuación sin cortar la luz. Por otra parte, los vagones no están comunicados entre sí -es decir, no se puede pasar de uno a otro como sí ocurre en las líneas con formaciones más modernas- y esto también dificulta la evacuación», agregaron.
«La intención no es interrumpir el servicio. Los mecánicos intentan hacer todas las maniobras posibles para restablecer el funcionamiento. Lo último es la evacuación», aseguraron.
Si bien desde Emova buscan ponerle paños fríos a lo ocurrido este lunes -«lamentablemente se está mezclando todo, son demoras puntuales que no afectan a toda la red»-, lo cierto es que confluyen varios factores que hacen que la experiencia de viajar en subte, sobre todo en las líneas B y D, sea muchas veces un dolor de cabeza.
En la B, es notoria la antigüedad del material rodante. En otras, con la A, la H, la C y la D, las formaciones son nuevas. Los trenes Mitsubishi de la B, por ejemplo, tienen 65 años. Son los que se alimentan por el tercer riel. Fueron adquiridos a Japón en los 90, una vez que salieron de servicio y después de dos décadas de uso en aquel país.
Algo similar pasó con los CAF 5.000 y 6.000, del metro de Madrid, construidos a fines de los 90. Los primeros fueron retirados cuando se comprobó que tenían asbesto. Los más nuevos, aún en servicio, atraviesan un proceso de desasbestizado que ya lleva más de cinco años. Toman la corriente de una catenaria instalada en los techos de los túneles. Ahora, la flota tiene 18 trenes operativos, según Emova.
Desde Sbase, la empresa estatal porteña, confirmaron que hay una licitación internacional en curso para la compra de 96 coches cero kilómetro y con aire acondicionado. Lo que no se sabe es cuándo comenzarán a llegar las nuevas formaciones.
Otro escollo para quienes usan esta línea es muchas veces se da en escaleras y ascensores fuera de servicio. Un clásico de la red en general y que se atribuye por un lado a la antigüedad de los equipos y por otro a la dificultad para conseguir repuestos.
La B tiene 59 escaleras y 19 ascensores. «Las escaleras y ascensores cuentan con mecanismos muy delicados que reciben un uso intensivo y muchas veces están expuestas a hechos de vandalismo. Los tiempos de reparación varían según el tipo de avería y la necesidad de repuestos, que suelen ser importados», dijeron desde la empresa. Emova publica en su web el estado de los medios de elevación de cada estación. Hoy había 7 escaleras y 5 ascensores detenidos.
Por otro lado, la B es también la línea más extensa de la red y la que más usuarios traslada, si bien en los últimos años se ha dado una merma en el uso de la red. Para tener una idea: entre diciembre de 2019 y diciembre de 2023 hubo 6.313.404 de pasajeros menos (de 26.127.228 a 19.813.824 de usuarios).
En el caso particular de la línea B, pasó de tener 6.702.066 pasajeros en diciembre de 2019 a 4.806.154 en diciembre de 2023. Casi 1.900.000 menos. Emova tiene 4.800 empleados, de los cuales 700 están destinado a la línea B. Por el efecto de la pandemia, toda la red tiene un 70% de los pasajeros que movilizaba previo a marzo de 2020.
Siguen las quejas por la línea D
Aunque estuvo cerrada durante el verano, y desde que reabrió sigue con demoras y problemas de en la frecuencia, la línea D sigue siendo objeto de quejas de los pasajeros.
Tanto Emova como Sbase informaron que se encuentran trabajando para poder terminar los ajustes propios de la implementación de este tipo de sistema, «que es muy complejo y que sólo se pueden detectar durante la operación».
«Una vez finalizados, la línea ofrecerá un servicio más rápido, eficiente y regular, tal como sucede con la Línea H, una de las líneas con mejores estándares de performance de la red», explicaron.
La empresa Siemens se encuentra actualizando un software para adecuar la línea y esto genera restricciones de velocidad en zona de andenes y en los ingresos a las cabeceras. El nuevo sistema, conocido como CBTC, trabaja mediante la comunicación entre formaciones, «permitiendo el máximo acercamiento de forma segura y reduciendo el intervalo al mínimo posible», explicaron desde el Gobierno porteño.
Como contó Clarín hace semanas, antes del cierre de dos meses, de lunes a viernes, la línea operaba con una frecuencia de 3 minutos y un recorrido de unos 26 minutos entre cabeceras. Ahora pueden pasar entre 10 y 15 minutos entre trenes, y por las paradas repentinas en medio de los túneles, el viaje entre Catedral y Congreso de Tucuman puede tardar hasta 38 minutos. Los carteles que indican cuándo viene el próximo tren siguen apagados.
Desde Sbase aseguran que la frecuencia actual es de 5 minutos entre trenes aunque todavía se están haciendo ajustes que pueden generar demoras,
Aumento inminente
En los próximos días se concretará una aumento de tarifas que llevará el boleto a $ 757 en junio. La semana pasada se hicieron las audiencias públicas y aún resta la publicación en el Boletín Oficial, por lo que el primer incremento, que llevará cada viaje a $ 574, se aplicará en unos diez días. Luego, cuando se aplique el segundo tramo, 15 días después, lo llevará a $ 667, y el tercer tramo se concretará alrededor del 10 de junio.
El argumento del Gobierno porteño es que los $ 125 actuales no reflejan los costos reales de prestación del servicio y quedaron desactualizados con respecto a la inflación. Agregan que la tarifa técnica, que surge del cálculo del costo del servicio por la cantidad de usuarios transportados, es de $ 859,07. La diferencia se cubre con subsidios.